El fútbol está plagado de historias. Pero algunas tienen un toque de curiosidad que merecen difundirse. Y lo ocurrido con Lucas Arce en Andes FC es digno de contar. Tiene 26 años y recibió una noticia que ningún futbolista desea escuchar: ser separado de un plantel. El capitán del equipo junto al entrenador, que llamativamente es su padre Dario, se reunieron con él y le manifestaron la determinación teniendo en cuenta que tiene un impedimento por su religión.

Lucas es Adventista del Séptimo Día, uno de los principios que los distingue es el descanso el sábado, día separado por Dios para una mayor y mejor relación con sus hijos, entonces no puede jugar ni entrenarse en esa jornada. En el pasado Federal B no tuvo problemas con el entrenador de turno pero como él mismo cuenta «no son todos iguales».

«Mi vida fue difícil hasta encontrarme con Dios. Tuve vicios que me llevaron por el mal camino y todo lo que no pudieron dar los psicólogos lo encontré en la Iglesia. Estaba muy rebelde y dije basta luego de una pelea que tuve durante un partido. Me di cuenta que necesitaba cambiar y me contacté con una familia que siempre me habló de la religión, acepté la invitación y comencé a ir», cuenta.

Y agrega: «Antes de conocer la religión me decían que no podía jugar o entrenar los sábados te decía que era demasiado extremo ese pensamiento pero después me di cuenta que no. Mi papá (Darío) es el entrenador del club y fue muy difícil también para él tomar la decisión pero la entiendo».

Esta determinación del cuerpo técnico sorprendió al plantel aunque para Lucas fue lo correcto ya que de ninguna manera abandonará su fidelidad por una pelota de fútbol: «Cuando oré sentí que Dios me dijo que no tenía que jugar y esta es mi forma de agradecerle lo que ha hecho con mi vida. Me dio felicidad, me hizo conocer gente que me ayuda y cambió mi vida».

«Vivimos en una época donde la fidelidad escasea y yo estoy plenamente convencido que continuar al lado de Dios me ayudará a ser mejor, a crecer y lograr los objetivos que me he propuesto para mi vida», cerró Lucas Arce, un pibe con una historia que deja en claro que su religión, su religión no se mancha.

Fuente: Diario MDZ