Mendoza comienza a dar hoy una batalla a la que llega con años de atraso: la enseñanza del inglés en las escuelas estatales. Que los chicos más pequeños puedan aprender el idioma desde que ingresan, es una de las grandes ventajas de los colegios privados. Poco tienen actualmente las escuelas del Estado para compensar: apenas un par de horas a la semana en séptimo grado, en las que se da una instrucción básica.

Sin contar las desventajas que genera en el mundo académico y principalmente en el universo del trabajo, las consecuencias de este vacío educativo se empiezan a notar muy rápido: los alumnos de escuelas públicas «fracasan» en la comprensión del inglés en el mismísimo primer año de la secundaria. Algunos se encuentran en esa instancia por primera vez con el idioma más popular del mundo, ya que el inglés no se da en todas las escuelas estatales locales.

Durante este día, directores de primaria y profesores de la materia intentarán transformar en definiciones lo que han charlado en reuniones previas: la generación de un «programa base», en relación con las «necesidades reales», para la enseñanza del inglés en la primaria mendocina.

Ese programa buscará ser una plataforma para el aprendizaje en el comienzo del secundario, cuando las horas de inglés aumentan un poco: «Tres o cuatro horas cátedra a la semana», según la jefa de gabinete, Graciela Orelogio.

A mediano plazo, el objetivo suena muy ambicioso para lo que hay: «Queremos que los chicos salgan de la secundaria con la posibilidad de leer en inglés y de comunicar lo básico», plantea Orelogio.

No son pocos los obstáculos para conseguirlo. Este año la DGE ha encarado cambios en los institutos de formación docente, en medio de las tensiones de siempre con el SUTE: se han establecido carreras prioritarias, entre las que está el inglés.

Al margen de las diferencias ideológicas, y del debate por los alcances de los subsidios y el ajuste, hay una realidad incontrastable: no hay vacantes en las escuelas para que trabajen los jóvenes que se reciben de la carrera de preceptores, pero faltan profesores de inglés.

«Cuesta mucho conseguir profesores, hasta cuatro llamados hay que hacer», explica Orelogio sobre la elemental falta de docentes de inglés. Las medidas, en ese sentido, deberían ser urgentes: es de sentido común reorientar los recursos del Estado para cumplir con la demanda de los propios colegios estatales.

MDZ