El otrora denominado como ‘pueblo tranquilo’ ahora transita desde hace tiempo la pesadumbre que generan soportar hechos de vandalismo, violencia y hechos delictivos. ¿Qué está pasando en Bowen?

El poblado más célebre del departamento envuelto en nostalgias propias de haber sido (y aun hoy pero con menor ímpetu) el polo productivo por excelencia del sur mendocino generando demanda de trabajo y admirado por su pujanza y tranquilidad, hoy vive una realidad que lo contrasta bastante. Años anteriores fue catalogado como el único sitio de Mendoza con delito cero (0) por las autoridades policiales de la provincia; en estos tiempos varias decenas de hechos registrados cambiaron esa adjetivación que se supo ganar gracias a la buena gente del Distrito.

Es que últimamente se han registrado hechos delictivos en diferentes sitios propios de los vecinos de la querida ‘perla distrital’: Roturas de vidrios en la Escuela Nacional de Comercio, Farmacia Sur, Escuela Antonio Díaz, Comisaría 46°; daños en los recientemente inaugurados baños de la terminal distrital, Plaza San Martín, garita de colectivos; vandalismo en diferentes comercios sume a los reiterados robos, asaltos, entraderas y un sinfín de ilícitos que incomodan a los bowenses y los hace cruzar sentimientos al comparar el hoy con el ayer, en un ejercicio de mirada retrospectiva.

El crimen y la violencia condicionan nuestras decisiones diarias: Dónde vivimos, por dónde transitamos y qué hacemos o dejamos de hacer. Es decir, afectan nuestra calidad de vida y nuestro bienestar.

El problema de inseguridad es tremendo y en esta crisis estamos insertos todos a tal punto que (por citar un solo hecho cercano) un Dr. del Centro de Salud fue amenazado y tomado del cuello por personas bajo efectos de estupefacientes que asistieron a la guardia del mismo. Algunas de las profesionales que se desempeñan laboralmente allí han denunciado situaciones de amenazas y agresiones en varias ocasiones.

La ola de inseguridad no es una sensación, es tan tangible que ha llegado a naturalizarse en cada residente de Bowen y del departamento todo. Los vecinos del microcentro bowense, barrios aledaños y zona rural soportan el duro golpe de un flagelo que lamentablemente ha condicionado la vida de cada ciudadano.

La invocada pregunta a la que se recurre frente a cada ilícito que se conoce es “¿Cómo hacemos para cortar esto?”. Mitigar las situaciones que provocan unos pocos es el objetivo pero frente la escueta presencia policial en las zonas más afectadas,  la poca legislación que protege a la víctima por sobre el victimario, el corto lapso que los delincuentes son puestos en detención y las esforzadas y optimistas pero no tan eficientes políticas para sofocar la inseguridad ponen en evidencia que esta última supera cualquier parámetro.

Lejos de caer en la demagogia se ha considerado que el querido Bowen, gracias a unos pocos asociales que no representan al resto de sus vecinos, se ha convertido lamentablemente en un lugar donde la tranquilidad es un mero espejismo a pesar del esfuerzo de la mayoría de sus residentes que optan por la cultura del trabajo, el respeto, la moral y la ética.

F.B. (Redacción F.M. Viñas).